Cuando uno visita por primera vez el
Centro de Cualificación Turística acude con la lógica prudencia de quién va a comer platos preparados por alumnos en prácticas. Cuando sale, uno se va con la sensación de haber participado de una comida deliciosa, servida con extraordinario detalle y en un entorno propio de los mejores restaurantes. Según nos cuenta su director, Jesús Galindo, el secreto radica en formar equipos de alumnos que se encuentran en diferentes etapas de su formación, lo que siempre garantiza una atención de calidad. Asimismo, existe un esquema de formación basado en una práctica constante que situa al alumno desde el primer día en un escenario real prácticamente idéntico al que se encontrará cuando trabaje en un establecimiento hostelero.
Lo único que nos recuerda que no estamos en un verdadero restaurante es el hecho de tener que reservar con gran antelación, pues el centro tiene un espacio limitado, no ofrece cenas, y sólo abre de Lunes a Viernes. Aunque si esta circunstancia no es un problema para el Bulli de Ferrán Adriá, tampoco es algo que desmerezca al CCT.
La comida, celebrada en el mes de Marzo, tuvo como protagonista el siguiente menu:
Laminas de atún y tomate batido
Lansgostinos al romesco
Gambas, espuma de cerveza, olivas y vegetales
Crema de Crocoli a la menta
Salmonete en paillot de brick
Higado de pato, pichón ahumado y vinagreta de cereales
Belmonte de dulce de leche y café
Tanto el salmonete como el higado de pato brillaron, sin olvidar una crema de brocoli gratamente suave y natural. Por cierto, que el Centro ofrece una carta de vinos coqueta pero brillante con vinos de la Región y las mejores denominaciones del país. No en vano, tuvimos la ocasión de descubrir los vinos de las Bodegas de Ciudad Real "Pago del Vicario".
En definitiva, este centro es todo un lujo para la Región y una visita obligada para los mejores gourmets, pues no en vano a lo largo del año jamás repite un plato idéntico, lo que obliga a sus formadores y alumnos a elevar la creatividad a cotas de altísimo nivel.