Pues sí, definitivamente existen lugares donde el ambiente
respira a trabajo bien hecho, sin prisas, donde la materia prima de temporada
recibe el trato adecuado, para conseguir elaborar platos con nivel de excelencia, todo ello
acompañado del buen hacer, de quien considera que es un arte “hacer de comer”
para satisfacer el paladar más exigente, y recordar esa cocina de nuestros
abuelos, con sabores y olores que nos evocan sensaciones olvidadas, que nuestras
neuronas guardan, pero que afloran con el primer efluvio aromático, y que se
perpetúa con el sabor armonioso, acompasado y casi mágico que Juan consigue con
sus platos.
La Cerdanya es un pequeño pero “GRAN” Restaurante donde se
cuida el detalle desde que entras. No más de 24 plazas para platos elaborados
de forma artesanal.
Pudimos degustar unas Anchoas
del Cantábrico con aceite de oliva, que te transportan al norte en cuanto
las ves aparecer, acompañadas de un tomate (rojo y duro), que representan un
dúo, que compite con la “marinera” y el “matrimonio”. A continuación una Ensalada de Pimientos Asados (a fuego
lento, sudando la gota gorda, sin perder un ápice de su sabor), dentro de una
tartaleta y acompañados de una Sardina
en Aceite, otro dúo memorable que requiere elogios y pluma elocuente.
Los Espárragos a la
brasa con Romesco son deliciosos, y adquieren ese punto de brasa con
maestría, no perdiendo su ternura, aderezados con esa salsa en su punto.
A continuación Cazuelita
de Alubias con Sepia, sencillamente espectacular, un placer para los
sentidos, donde la alubia se nos brinda blanda y sabrosa y adquiere el tinte de
la sepia, donde cada cucharada deja paso a la siguiente, y da pena que queden
cada vea menos. Sencillamente memorable.
Para
terminar una Ternera D.O. Gallega a la Brasa, a 41
euros /Kg, se nos ofrece una visión del chuletón antes de ser braseado con la
etiquete del peso: 0,965 Kg para 3 comensales, y al tiempo nos deleitan con una
presentación donde se aprecian las diferentes partes del chuletón, con la
explicación pertinente, incluyendo en el centro los recortes a modo de
tartaleta de los trocitos pequeños que
son disecados del hueso, agrupados. todo un espectáculo
para la vista, y por supuesto para el resto de sentidos, cocinado “al
punto”. Inmejorable.
Un vino del Priorato, en su decantador acompaña
armoniosamente los platos.
Al final los postres, y de nuevo otra sorpresa. La Crema Catalana es sublime, como buen
catalán Juan nos deleita con algo que supera el concepto de crema catalana,
quemada en su justa medida, crujiente y tierna y fresca por abajo, hecha en
directo. El Sorbete de fruta de Pasión
tiene una textura inigualable y consigue romper, con el frio, la cadena de
sabores que tenemos en la boca, para dejar paso a algo que merece nombrar a
parte, La Tarta de Caramelo Solano,
un trocito de bizcocho rodeado de un lago de caramelo Solano, aquellas
pastillas de caramelo que cuando se mordían quedaban pegadas a los dientes, han
sido elaboradas en forma de caramelo líquido, y consiguen el sabor exacto de
aquellas. Algo realmente maravilloso.
Juan Rejis, cocinero de aspecto rudo, pero de carácter
tierno y sensible, consigue enamorar los sentidos cuando nos conversa. Su hijo
Juan nos sirve sin prisa y con maestría. Un lugar donde hay que ir si se quiere
disfrutar del arte del Buen Comer.
Contacto:
C/ Subida al Plan 5.
Los Dolores Cartagena.
Telf: 968344578
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Recomendado por los Gourmets:

Mollar y Guindilla.
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